Diarios del covid #1

Hoy hace exactamente una semana que empecé a encontrarme mal. Lo que al principio me parecía un catarro (fiebre, congestión y la sensación de que cada músculo de mi cuerpo había sido apaleado) terminó siendo Covid. Si la variante del virus es éxotica o no, lo desconozco. No me han dicho todavía si la cepa del virus que ha decidido hacerse un chalet en mi cuerpo estaba en España de turismo o si era de aquí. En el fondo, que sea una cepa de Lumpiaque, de Dos Hermanas o de Londres me es indiferente.  

En cuanto a la forma de llevarlo, he ido atravesando diversas fases. Durante los días de fiebre, en los que mis energías estaban completamente orientadas hacia el objetivo de sobrevivir a la fiebre, me limitaba a sudar como un pollo en el sofá, tapado con todas las mantas que pude juntar. En esta fase aproveché para entrarle a una serie que un buen amigo me había recomendado hace mucho tiempo: “Los Soprano”. Tras unas 27 horas ininterrumpidas con la serie puesta en la TV (de día y noche, por la mañana y de madrugada) he llegado a la conclusión de que odio Nueva Jersey. La serie me está pareciendo entretenida, pero un tanto desesperante. Creo que me he empachado y que paso de verla más. En mi siguiente etapa, en la que abandoné los Soprano por sobredosis y en la que la congestión nasal era la reina, me dediqué a vagar por esa ventana al mundo que es la televisión. Es increíble la cantidad de países y rincones inaccesibles de la naturaleza salvaje que se pueden visitar sin moverse del sofá. En estos días he sido testigo del nacimiento de 12 tipos de aves, he visto a varias decenas de insectos, peces y anfibios practicar sexo apasionadamente y he asistido al espectáculo de ver a un canguro defecar en la linde del bosque. Sin duda alguna, el mundo es un lugar maravilloso. En lo relativo a nuestra especie, he viajado de la mano de “Españoles por el mundo” y, salvo contadas excepciones, me alegro de que los seres humanos que se prestan para aparecer en ese programa hayan decidido hacer su vida fuera de nuestro país. Me siento más seguro teniendo a esa gente lejos.

He conseguido también mantener mi inquebrantable costumbre de no ver ni un segundo de “Saber y ganar”. No soporto ni a Jordi Hurtado, que para mí es algo así como el portador de una ancestral y retorcida maldición, ni la estética de su programa, rancia con ganas.  Lo que si he visto, y agradezco a la tv, son las series “Modern Family” y The “Big Bang Theory”. La primera una serie boba –como deben ser los estadounidenses- llena a rebosar sentimentalismo cursi sobre la familia y prejuicios yanquis que ejerce sobre mi el efecto de la relajación. También he podido ver de nuevo “Ejecución inminente” de Clint Eastwood, una peli de 1999 que funciona bien, espectacular para un sábado o domingo después de comer. Todo muy predecible, sin grandes sobresaltos y una trama en la que Clint, un periodista exalcohólico y mujeriego, pero de intachable ética profesional, descubre la inocencia de un condenado a muerte (negro) al que le cuelgan el marrón de haber matado a una mujer (blanca) en un atraco. El pobre hombre al final sólo iba a la tienda a por salsa para la carne y, por no salir meado de casa, se ve con la soga al cuello. Por el medio Clint protagoniza una serie de fantásticas conversaciones con sus jefes, de esas que sólo deben ocurrir en USA: amistosas conversaciones con el jefe que incluyen insinuaciones sobre follarse a su esposa, partirse la cara, mandarse a la mierda…la típica conversación jefe-empleado. El sueño americano.

Por último también quisiera mencionar un nuevo y vomitivo canal de la caspa patria financiado por miembros de la fundación Francisco Franco y algún que otro anormal de esos que campan por nuestro país, “7nn” (un intento muy cutre de emular la FOX estadounidense, conspiraciones en la órbita QAnnon incluidas). Bien, el esperpento al que asistí va como sigue: la noticia es que la policía de Madrid ha matado a tiros a una persona que estaba armando escándalo con un cuchillo en la calle. Pantalla dividida. En el plató, dos policías con pinta de porteros de discoteca neonazis llorando por la desprotección policial y justificando los tres tiros que le metieron al hombre. En el barrio donde ocurrió todo, un reportero de la cadena entrevistando a un chaval que no quiere dar la cara. El reportero le pregunta educadamente al chico qué vio y el chaval, muy educadamente también, responde que no quiere que le vean porque tiene miedo de la policía, ya que en el barrio la policía les maltrata y trata a todo el mundo como delincuentes. El joven sugiere que la policía podría haber disparado a las piernas al hombre y que no hay razón para matar a otro ser humano. En el plató preguntan si alguien quiere preguntarle algo en directo al joven. Los policías-porteros de discoteca neonazis hacen un gesto negativo con la mano y se ríen, pasando de hablar nada con el chaval. Pero los dos representantes del programa si quieren preguntar, y aquí empieza el esperpento. Asisto a un espectáculo de traducción simultánea obligada para salvar el propio culo. En el lado izquierdo de la pantalla, dos orangutanes exaltados preguntan/increpan de forma muy irrespetuosa y despectiva al joven: “pregúntale si ahora la policía va a tener que dejarse matar…”, “igual a ti te parece normal llevar un cuchillito por la calle y amenazar a la gente…”, y una ristra de comentarios de mierda con un tono medio de coña, tratando de ridiculizar al entrevistado en la calle. Mientras la jaula de los monos se agita en la parte izquierda de la pantalla, en la parte derecha el reportero, con el culo prieto porque intuye que está en territorio hostil y que si se escuchase lo que él oye por el pinganillo igual lo linchan, traduce las preguntas de forma que pueda salir vivo de allí: “mis compañeros me preguntan qué opina usted acerca de estas situaciones, si le parece desproporcionada la reacción de la policía…”. Definitivamente ese tío ha superado los métodos de supervivencia de cualquier insecto de la 2.

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